“Contigo, pan y cebolla”
Refranero español.
Sin duda otro de los grandes
productos de nuestra dieta, digo grande por su extendido consumo y la
versatilidad culinaria de sus variedades: para encurtir, de guiso, de horco
para elaborar morcilla, cebolleta de verano para ensaladas, chalotas o
escalonias muy valoradas por los chefs franceses, moradas para dar color a los
platos de alta cocina, picantes, dulces, blancas, amarillas…
Su abanico culinario es amplio y
su cultivo sencillo, por lo menos a mi se me han dado bien, como muchas
especies de huerta, necesita suelos húmedos pero no tendentes a encharcarse o
sea con buen drenaje. Plantando bulbitos que vienen ya preparados para la
siembra, podremos distanciar su deposición en la tierra cada 10-15 días y así
vamos teniendo producción a lo largo de la temporada o sembrarlas todas a la
vez y recolectarlas, después de arrancarlas y de varios días al sol para su
secado. También se pueden trasplantar tras un ciclo en el semillero cuando son
del diámetro de un lápiz, distanciándolas un marco de 15cm entre planta y 20 o 25 cm entre hileras.
Es importante no sembrarlas en
suelos con abono orgánico aplicado el mismo año para que el exceso de nitrógeno
no las haga crecer mucho y acumular mucha agua con la consiguiente tendencia a
la pudrición posterior lo que dificulta su conservación.
Se comenta por los mentideros que
un consumo crudo excesivo provoca en las personas un olor corporal muy intenso
y una halitosis persistente debido a los aminoácidos sulfurados de sus proteínas.
Os dejo con otra cita del refranero que dice: “A lágrimas de cebolla y caricias
de jumento, mucho tiento”. Nos vemos.